Porque Dios ama al dador alegre

Hace mucho tiempo, antes de que existieran el correo electrónico y los mensajes de texto, para un llamamiento de la Sociedad de Socorro necesitaba con regularidad encontrar una maestra voluntaria para una lección. Temía esta tarea porque, por experiencia, había aprendido que la mayoría de las hermanas del barrio preferían masticar vidrio que preparar y presentar una lección, y sentía empatía porque sabía que no era fácil.  Un día, cuando llamé a una hermana con esta petición, me quedé completamente sorprendida cuando me respondió alegremente: "¡Estaría encantada de dar la lección! Gracias por pedírmelo". Fue tal mi sorpresa que, al terminar la llamada, me quedé pensativa. Esta hermana sin dudarlo, sin condiciones, ni reservas, aceptó encantada y REALMENTE me dio las gracias. Al pensar en ella, supe que tenía muchas razones que podrían impedirle servir, y sin embargo eligió responder tan pronta y amablemente.  Esta experiencia me dio el deseo de cambiar para parecerse más a esta hermana y decidí que, independientemente de cómo me sintiera ante una tarea o petición, respondería de la misma manera.  Mirando hacia atrás, puedo ver que este cambio cambió mi vida porque abrió muchas más oportunidades para mi crecimiento personal que me habría perdido antes debido a mi indecisión y deseo de control. Veo que lo mismo ocurre con todos nuestros misioneros.

Cuando el Presidente Chipman y yo nos despedimos de los misioneros al final de sus misiones, no puedo evitar ver cómo cada una de sus experiencias es muy diferente en función de cómo abordan el cambio personal. Los que se protegen y tratan de controlar el entorno de la misión para satisfacer sus necesidades, terminan con alivio, como si estuvieran cumpliendo con un deber difícil.  Sin embargo, aquellos que confían en Dios y trabajan a través de los obstáculos con aprendizaje, terminan sus misiones con gratitud por la increíble oportunidad de servir.  Algunos misioneros sólo se dan cuenta de esto unos meses antes de volver a casa y, aunque se arrepientan de algunas cosas, terminan con el sabor de esta satisfacción. La autoprotección es algo bueno, pero al mismo tiempo debemos asegurarnos de que no estamos impidiendo lo que realmente queremos: el crecimiento personal.

He aquí algunas de mis escrituras favoritas que expresan esta idea: 

Mateo 16:26

25 Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá, y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.

2 Cor 9:7

7…porque Dios ama al dador alegre.

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