La Santa Cena

By President Chipman

Quiero compartir dos experiencias.  Una de hace una semana.  Una de ayer (domingo 10 de septiembre). 

Hace una semana, estábamos en Tacna en una conferencia de zona.  Yo estaba hablando sobre la Santa Cena. Mientras hablaba con los misioneros, nuevos pensamientos e ideas vinieron a mi mente en ese mismo instante.  Hablaba palabras que me venían en ese momento y aprendía junto con los misioneros.  Fue una experiencia genial.

¿Qué aprendí?  Tal vez, ustedes ya hayan aprendido estas cosas. Pero para mí, reunir estos pensamientos en uno solo fue algo nuevo y revelador.

Los profetas nos invitan que tomarnos la Santa Cena más en serio, a prepararnos para poder tener una experiencia cada semana con Jesucristo. 

En mi cabeza lo entiendo.  Pero, en la superficie, la Santa Cena parece tan ordinario y aburrido, verdad?  Hay jóvenes ordinarios repartiendo pan y agua a personas ordinarias e imperfectas.  Para nuestro hombre natural, y para nuestros sentidos naturales, esto es decepcionante.  El hombre natural quiere ver algo más espectacular—particularmente con respecto a una ordenanza tan importante.  Queremos que nos entretengan.  Para mí, el hombre natural quiere la sensación que tengo cuando entro en un estadio de fútbol o de béisbol lleno, con una energía tangible en el aire.

 Mi hombre natural quiere que Dios haga algo con la Santa Cena más que lo ordinario y semanal que veo.  Mi hombre natural quiere que Él me inspire sin mucho esfuerzo por mi parte.

Esto es lo que el Espíritu me enseñó hace una semana----El Padre Celestial y Jesucristo usan cosas pequeñas y sencillas para lograr grandes cosas. (Alma 37:6.)  Sabemos esto. Ellos usan cosas "ordinarias".  Esto no debe sorprendernos.   "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos".  (Isaías 55:8).  La apariencia ordinaria de la Santa Cena es Totalmente Consistente con la manera en que Jesucristo hace las cosas.  Isaías dijo de Él: "[N[o hay parecer en él ni hermosura; y cuando lo vemos, no habrá en él atractivo para que le deseemos. . . y no lo estimamos". (Isaías 53:2-3.) Esto no significa que Jesús fuera feo.  Significa que Jesús parecía, a simple vista, ordinario y no digno de mención.

Su nacimiento fue ordinario.  Su ciudad era ordinaria.  Su ropa era ordinaria.  Sus apóstoles eran gentes ordinarias.  Sus enseñanzas utilizaban cosas ordinarias para explicar doctrinas profundas.  Sus parábolas trataban de cosas ordinarias.  Los actos del bautismo y la confirmación son ordinarios.  Por eso intentamos tener fiestas de bautismo.  Sentimos que debemos hacer algo (del mundo) para evitar su "ordinariez".  Nuestras capillas son ordinarias. Nuestras reuniones parecen ordinarias.  Lo único de Su Evangelio que no parece ordinario son Sus templos.  Son espectaculares de ver (por una buena razón, pero una discusión diferente).  Pero las ordenanzas en el templo son reverentes y simbólicas y, a simple vista, muy ordinarias. 

El Espíritu Santo me enseno que hay un proposito en todo esto---lo sé, lo sé, debería haber aprendido esto hace mucho tiempo, pero mejor tarde que nunca, no?  Ser discípulo de Jesucristo no es algo cultural.  No es algo pasivo.  No es algo que nos sucede porque crecemos en cierta familia--independientemente de las ordenanzas "ordinarias" que hayamos recibido.  Para experimentar el poder de Jesucristo y Su Expiación, tenemos que comprometernos con El.  Tenemos que ser INTENCIONALES.  Tenemos que BUSCARLO.  Tenemos que INVOCAR Su nombre. Tenemos que HACER algo.  Tenemos que VENIR a Él. No sucede simplemente sentándose allí.  No sucede simplemente viniendo a la capilla.    

Piensa en ello.  Sus parábolas y Sus escrituras y Sus ordenanzas tienen capas.  Son como ogros (piensa en Shrek y cebollas y parfaits y tortas).  Jesús enseñaba parábolas y decía, después, "el que tenga oídos para oír, oiga".  (Mat 11:15.) Invitó a los que estaban dispuestos a comprometerse con Él a aprender más, capa por capa, directamente del Espíritu.  Muchos han asistido al templo durante muchos años (décadas) y entienden bien este proceso.  Yo también.   Pero yo necesito aplicar esta misma intencionalidad a la Santa Cena y a todas las demás ordenanzas de apariencia "ordinaria". 

Esto es un proceso.  Pero es la única manera de que personas ordinarias, imperfectas, como nosotros, tengamos experiencias extraordinarias con el Espíritu de Dios.  Algunos domingos, no me preparo bien para el Sacramento.  ¿Y qué me pasa?  Nada.  Es una experiencia pasiva e insatisfactoria.  Pero cuando soy intencional y hago mi parte para prepararme, experimento Su Expiación. 

Por ejemplo, ayer por la mañana me levanté, estudié las Escrituras y me concentré en mi preparación.  No teníamos una conferencia de estaca o conferencia de distrito.  Así que elegimos un barrio y llegamos temprano.  Miré el pan y el agua que se estaban preparando.  Oré y me preparé. 

Entonces, qué pasó?  Tuve una experiencia muy diferente con la Santa Cena.  Nada cambió en el exterior: los mismos jóvenes ordinarios haciendo lo mismo que había experimentado toda mi vida.  Pero sentí el poder de la ordenanza en mí.  Las Escrituras me vinieron a la cabeza.  "[E]l hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente."  (1 Corintios 2:14.) 

Piensa en el capítulo 6 de Juan.  Por qué explicaría Jesús la futura Santa Cena en términos tan simbólicos y difíciles (comer su carne y beber su sangre) cuando sabía que tales enseñanzas confundirían a casi todos los allí presentes, incluidos sus apóstoles, y harían que muchos iban a volverse atrás y “no and[ar]” más con él.  (Juan 6:66).  Porque Él quiere que NOSOTROS tomemos la decisión de comprometernos con Él, no sólo sentarnos allí para ser entretenidos.  Presidente Oaks: "En esta ordenanza, lo que ponemos en la boca no es tan importante como lo que hacemos con la mente. . . . [D]eberíamos hacer mucho más que poner pan y agua en la boca".

Durante la Santa Cena, de ayer, eché miró brevemente a Isaías 55 y el Espíritu me enseñó algo.  El versículo 6 dice: "Buscad al Señor mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano".  Me di cuenta, "Oh wow, eso es AHORA.  Este tiempo -antes y durante el Sacramento- es donde Él puede ser hallado, donde Él está cerca.  Sólo tengo que hacer lo necesario para encontrarlo".  Ayer lo hice.

El Espíritu me enseñó algo más durante la Santa Cena de ayer.  El Presidente Oaks enseña que hay un gran simbolismo en partir el pan de la Santa Cena con manos humanas en nuestra presencia.  El enseña que este proceso de partir el pan resulta en pedazos de pan únicos.  Piensen en ello, en todo el mundo, en cualquier domingo, millones de piezas de pan se rompen durante la Santa Cena. No hay dos piezas de pan que sean exactamente iguales.  Tal vez al ojo, algunos parecen bastante similares, pero dada la práctica de los seres humanos que parten el pan con sus manos, en un nivel micro, no hay dos piezas que pueden ser exactamente iguales.  El Presidente Oaks enseña que somos como cada pedazo de pan.  Cada uno de nosotros es único.  Cada uno de nosotros tiene sus propios pecados.  Cada uno de nosotros tiene sus propias necesidades y deseos.  No hay dos personas iguales.  Así que, ayer, cuando tomé mi pedazo de pan, lo miré y me di cuenta de que esta pieza representaba MI relación personal y única con Jesucristo.  En mi mente, esta única pieza de pan representaba una relación única que no existe, y nunca ha existido, en ningún otro lugar del mundo - una relación entre Dave Chipman y Jesucristo.  Él me conoce.  Conoce mis esfuerzos y mis errores.  Conoce mi arrepentimiento. Él me conoce.  Necesito conocerle mejor.

Es difícil para mí ser intencional sobre la Santa Cena cuando tengo tantas cosas en mi cabeza.  El hombre natural está en mí.  Tengo que despojarme de él cada día.  Pero, ayer, experimenté la Expiación durante la una Santa Cena que parecía "ordinaria" a la vista humana, pero fue extraordinaria para mí. 

Piensa en ello.  Cada domingo, diferentes personas en la capilla experimentan cosas diferentes.  Algunos se aburren o juzgan el corte de pelo o el aspecto desordenado de un diácono.  Otros quieren llegar a casa para ver el fútbol.  Y, sin embargo, unas pocas personas intencionales están experimentando la Expiación de Jesucristo.  Mismo lugar, mismo tiempo, diferente experiencia. 

Podemos literalmente cambiar nuestras vidas con esta simple ordenanza “ordinaria” cada semana.  Pero no podemos hacerlo pasivamente. Es una oportunidad increíble para que cada uno de nosotros conozca a Jesucristo más y experimente Su poder semanalmente.

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