¿Por qué a veces elegimos caminar en la oscuridad?
Por la noche, a veces camino tontamente por mi casa en la oscuridad, aunque sé dónde encontrar un interruptor de luz que haría mucho más fácil navegar con seguridad alrededor. Lamentablemente, a menudo me distraigo con mi objetivo temporal, por lo que mi falta de paciencia o mi exceso de confianza en mis habilidades anulan mi mejor juicio. A menudo me arrepiento cuando estos tropiezos innecesarios me causan un desastre o me hago daño sin querer.
Esto no es muy distinto de quienes han disfrutado de la guía y la luz del Evangelio de Jesucristo, pero luego se distraen con otras cosas que consideran más importantes. Isaías los describe como siendo guiados sólo por chispas de un fuego de su propia creación y esta luz tenue los lleva fuera del camino del Evangelio y a la tristeza final.
2 Nefi 7:10-11 (Isaías 50:10-11)
10 ¿Quién hay entre vosotros que tema al Señor, que obedece la voz de su siervo, que anda en tinieblas y carece de luz?
11 He aquí, todos vosotros que encendéis fuego, que os rodeáis de centellas, andad a la luz de vuestro fuego y de las centellas que encendisteis. Esto os vendrá de mi mano: en angustia yaceréis.
Cuando seguimos a los profetas o siervos del Señor, se nos da suficiente luz para mostrarnos el camino de regreso a nuestro Padre Celestial. Cuando elegimos otras fuentes de luz, como cuando nos distraemos con otras prioridades, podemos tropezar. Sentí que se nos recordó esta idea muchas veces durante nuestra última Conferencia General cuando se nos anima a pasar más tiempo en el templo. El Presidente Nelson dijo:
Ahora es el momento de que hagamos de nuestro discipulado nuestra mayor prioridad. En un mundo lleno de distracciones vertiginosas, ¿cómo podemos hacerlo?...
La adoración regular en el templo nos ayudará. En la casa del Señor, nos centramos en Jesucristo. Aprendemos de Él. Hacemos convenios para seguirlo. Llegamos a conocerlo. A medida que mantenemos nuestros convenios en el templo, obtenemos mayor acceso al poder fortalecedor del Señor. En el templo, recibimos protección contra los embates del mundo. Experimentamos el amor puro de Jesucristo y de nuestro Padre Celestial en gran abundancia. Sentimos paz y tranquilidad espiritual, en contraste con la turbulencia del mundo.
Es curioso que siempre busquemos la felicidad y la alegría en los acontecimientos y en las cosas materiales, cuando el secreto siempre se ha dado a conocer al hombre. Tal vez deberíamos hacer el esfuerzo de encender el interruptor para ver mejor y dejar de dar tumbos en la oscuridad.