Instrumento en Manos de Dios
Ammón, un gran misionero del Libro de Mormón, habla de ser un instrumento en las manos de Dios.
«Y esta es la bendición que se ha conferido sobre nosotros, que hemos sido hechos instrumentos en las manos de Dios para realizar esta gran obra». (Alma 26:3)
Nuestros misioneros son un excelente ejemplo de esto y mientras estudiaba 1 Corintios 3:6-9, aprendí más sobre lo que significa ser un instrumento en las manos de Dios.
6 Yo planté, Apolos regó; pero Dios ha dado el crecimiento.
7 Así que ni el que planta ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.
8 Y el que planta y el que riega son una misma cosa, aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor.
9 Porque nosotros somos colaboradores de Dios, vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios sois.
Pablo y Apolos trabajaron diligentemente como misioneros para Jesucristo y la antigua iglesia. Aunque trabajaron por separado, estaban unidos en propósito al asociarse con Dios como su labranza, (o agricultores) para cultivar y reunir seguidores para el Salvador. Aunque estos misioneros eran vitales e hicieron mucho trabajo, sólo Dios, a través de su Espíritu, tiene el poder de convertir o «dar crecimiento». Es lo mismo para nuestros misioneros de hoy, deben confiar en el Espíritu de Dios para que sus amigos se conviertan.
En la obra del Señor, el papel de un misionero es diferente del papel de Dios. Los misioneros deben trabajar duro para amar y apoyar a los que enseñan y hacer todo lo posible para invitar al espíritu cuando enseñan con el fin de ayudar a sus amigos a tener el deseo de ser bautizados. A los misioneros se les promete que recibirán su propia recompensa gozosa basada en su obediencia, diligencia y trabajo duro, como se indica en el versículo 8.
Esto es expresado bien otra vez por Ammón en Alma 26:11-12:
11 Pero Ammón le dijo: No me jacto de mi propia fuerza ni en mi propia sabiduría, mas he aquí, mi gozo es completo; sí, mi corazón rebosa de gozo, y me regocijaré en mi Dios.
12 Sí, yo sé que nada soy; en cuanto a mi fuerza, soy débil; por tanto, no me jactaré de mí mismo, sino que me gloriaré en mi Dios, porque con su fuerza puedo hacer todas las cosas; sí, he aquí, que hemos obrado muchos grandes milagros en esta tierra, por los cuales alabaremos su nombre para siempre jamás.
Testifico que a menudo tengo este gran gozo descrito por Ammón mientras sirvo a mi Padre Celestial como misionero, pero no lo tengo en todo momento. Todos tenemos días en los que nos esforzamos al máximo y nada parece salir bien. Esto es cuando necesitamos recordar que nuestra sociedad es con Dios y después de que hagamos nuestra parte, necesitamos esperar pacientemente que Dios haga Su parte, cuando él 'da el aumento' en su tiempo, y no el nuestro. Esto se describe bien en D&C 123:17:
Por lo tanto, muy queridos hermanos, hagamos con buen ánimo cuanta cosa esté a nuestro alcance; y entonces podremos permanecer tranquilos, con la más completa seguridad, para ver la salvación de Dios y que se revele su brazo.
La mayor recompensa que tenemos es cuando vemos la salvación de Dios, y su brazo se revela. Es cuando TODOS somos edificados y convertidos por el espíritu de Dios. Tanto los que se reúnen, como los misioneros, como los que los misioneros reúnen. Esta es la imaginería que se usa en la última frase de nuestra escritura original en 1 Corintios donde dice, «vosotros sois el Edificio de Dios». ¡La Salvación de TODOS los hombres y mujeres es lo que Dios está construyendo! Él nos está construyendo a todos al mismo tiempo y las recompensas gozosas están disponibles para todos los que se convierten y hacen convenios con Él así como aquellos que comparten ese mensaje asombroso con otros.
Estoy verdaderamente agradecido de ser testigo de este hermoso proceso una y otra vez mientras veo a nuestros misioneros cambiar y crecer a medida que traen a otros al evangelio de Jesucristo. Es un proceso gozoso y mi parte favorita de nuestro servicio aquí.
