Autoprotección VS Crecimiento Personal

El Presidente Chipman y yo nos hemos despedido de muchos misioneros a lo largo de estos años. Cada una de sus experiencias en la misión varía enormemente en función de cómo hayan acogido el cambio personal.  Los que se protegieron y trataron de controlar el entorno de la misión, terminan con alivio, como si estuvieran cumpliendo con un deber difícil.  Sin embargo, los que pusieron su confianza en Dios y se apoyaron en los obstáculos, terminan sus misiones con gratitud por lo que experimentaron y aprendieron.   La autoprotección es algo bueno, pero tenemos que asegurarnos de que no estamos impidiendo lo que realmente queremos, que es el crecimiento personal.  Cuanto antes se den cuenta de esto nuestros nuevos misioneros, más felices serán. 

El presidente Erying ha dicho, «Ser llamado a servir es un llamado a llegar a amar al Amo a quien servimos.  Es un llamado a cambiar nuestra naturaleza».  Cambiando nuestra propia naturaleza es como descubrimos nuestra naturaleza divina y quiénes somos realmente a los ojos de Dios. El patrón para abrazar el cambio es similar al camino de la conversión.

 En Alma 5:14 dice, «¿Habéis nacido espiritualmente de Dios?  ¿Habéis recibido su imagen en vuestros rostros?  ¿Habéis experimentado este poderoso cambio en vuestros corazones?».  Y luego en el versículo 26 dice: «Si habéis experimentado un cambio de corazón, y si habéis sentido cantar la canción del amor redentor, yo preguntaría, ¿podéis sentirlo ahora?».

Las palabras de Alma nos invitan a mirarnos a nosotros mismos. La conversión personal o el cambio no puede ser visto como un evento de una sola vez, sino que debe ser visto como siempre en crecimiento.  Esto muestra la diferencia entre aguantar hasta el final y aguantar bien hasta el final.  Aguantar es inevitable porque el tiempo nunca se detiene, pero aguantar bien muestra el crecimiento personal durante ese tiempo.  Cuánto crecemos depende de lo dispuestos que estemos a aceptar el cambio, incluso cuando nos sentimos incómodos.  También requiere mucha humildad, porque nos enfrentamos a nuestras debilidades.  Por eso nuestro Salvador nos ha instruido para que seamos como niños. Los niños se acercan a las cosas nuevas con curiosidad y esperanza.  Siempre lo intentan una y otra vez, incluso cuando las cosas no salen bien o se hacen daño. Así aprenden a gatear y luego a andar. También se hacen muchos moratones.  Pero ¡oh, vale la pena!


Mateo 16:25—Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá, y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará.

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